Amén de los miedos, inseguridad, incertidumbre, hay muchas ventajas cuando nos lanzamos a emprender un negocio una vez superados los 40 años. Según la revista Harvad Business Review (que suena re importante jajaja) casi el doble los emprendedores a los que les va muy bien, son mayores de 50, dice también que el porcentaje de emprendedoras con edades entre 45 a 54 años se incrementó al 30 % en la década pasada.
Hablemos de algunas ventajas que me parecen súper importantes:
Cuánto más edad tienes, mayor es el número de experiencias a la hora de tomar decisiones importantes. Todos esos años adquiriendo conocimientos y aprendiendo de los errores van a ser de gran ayuda a la hora de reconocer oportunidades y afrontar desafíos.
Aunque no siempre sea así, una emprendedora mayor de 40 /45 tiene más probabilidad de haber conseguido reunir algunos ahorros o contar con cierto respaldo financiero de la familia o la oportunidad de conseguir un préstamo. Y esto es un alivio en momentos apretados como son las primeras etapas de un negocio.
Al iniciar un negocio después de los 40, lo más normal es haber trabajado antes en relación de dependencia. Todo ese trayecto nos da una oportunidad de descubrir y valorar aquello que mejor sabemos hacer y en lo que no somos tan buenas. Y esto puede ser una gran ventaja como propietaria de tu negocio, ya que hará más sencillo reconocer las tareas de las que somos capaces hacer por nosotras mismas, como las que necesitaremos delegar.
Sumado a que tendrás un grupo de amigas que te apoyarán aunque no siempre te compren, pero de las que, como también andarán arriba de los 40 como vos, te podrás servir para desahogarte y que te alienten, cuando te sientas el descenso de los niveles de energía, reales e inevitables.
La puesta en marcha y el funcionamiento de un emprendimiento absorben mucha energía tanto a nivel mental como físico. Es esencial ser consciente y tratar de cuidarse, para rendir lo que necesitamos y hacer de nuestra pasión un negocio rentable, agradable y ante todo “disfrutable”
Mi experiencia laboral fué muy buena, ( en otro momento hablaremos de experiencias de trabajar en relación de dependencia en círculos de hombres para una mujer…) trabajé desde jovencita, me desarrollé en relación de dependencia en tareas administrativas y contables (que no quiere decir que me hayan hecho la organizada al 100%, porque no es lo mismo ser eficiente para un o una jefe o jefa, que ser eficiente en lo propio, no) Hice cursos de atención al cliente, de tareas administrativas, estudie cs. Económicas carrera que no finalicé, y aprendí mucho de trotes y sí o sí de ciertas cosas al trabajar varios años en una empresa de transporte donde juro, organizar papelería para la logística con empresas como Arcor o Molinos no es simple, pero siempre me gustó hacerlo.
Cuando me casé en 2007, dejé de trabajar donde lo hacía, en la Ciudad de Córdoba porque me mudé al lugar de residencia de mi esposo, recuerdo el día que hablé con Jorge, dueño de la empresa donde trabajaba, sobre esto de dejar de trabajar, él me dijo: pero no te quedes en tu casa viendo pasar el tiempo, “hacé algo, las mujeres tienen que explotar el potencial que tienen sin importar la edad”
Algunas veces es difícil identificar cuál es nuestro potencial, hasta que llega alguien cual hada madrina y nos ayuda a brillar, las hay mentoras, expertas en lanzamientos digitales, las hay aquellas que tienen los contactos, aquellas que como yo queremos crear círculos y accionar para ayudar a otras mujeres a hacer de su pasión un negocio rentable.
Pensemos. Apoyamos y felicitamos a alguna mujer cuando después de criar hijos, algunas hasta de cuidar nietos, deciden terminar la secundaria,
o por qué no la primaria, o a la que a los 55 decidió retomar su postergada carrera de psicología. Mujeres, apoyémonos, felicitémonos, cuando nos
lanzamos a emprender después de los 40, el riesgo es grande, pero el valor de lo que hacemos es más grande aún.